

Hace tres años, mi familia y yo hicimos un viaje de vacaciones a Lugo, que está en Galicia. Fuimos en un viejo todoterreno. Tardamos en llegar más de doce horas y el viaje me pareció interminable porque no estaba acostumbrado a permanecer tanto tiempo sentado en el coche.
Lo que más me llamó la atención de la ciudad de Lugo fue su gran muralla, construida por los romanos y que rodea todo el casco antiguo. También pude descubrir que tiene dos ríos; el Miño y uno de sus afluentes, el Rato. En el casco antiguo las calles y las casas eran de piedra. Parecía que había hecho un viaje en el tiempo. Pero lo que más me sorprendió fue la gran cantidad de iglesias que habían, siendo la más importante la catedral de Lugo.

Un día mientras paseábamos por la orilla del río Miño, mi hermano tiró la pelota al agua y yo que quería cogerla, me caí al agua y me puse empapado. Una mañana que decidimos ir a visitar catedrales, me llamó la atención un ángel, que yo creía que era una estatua, cual fue mi sorpresa cuando al irme a hacer una foto junto a él me cogió del brazo. Resultó ser un mimo, y yo me llevé un gran susto.
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